lunes, 22 de octubre de 2012

Un suspiro

Hay momentos en la vida que duran un suspiro, y que por regla general suelen quedarse en nuestra retina y en nuestra mente por mucho tiempo. Ahora bien, ¿Qué es un suspiro? Y, mejor aún; ¿Cuánto dura un suspiro?


La Real Academia de la Lengua Española lo define como aquella “aspiración fuerte y prolongada seguida de una espiración, acompañada a veces de un gemido y que suele denotar pena, ansia o deseo”. Todo ello, sin acotar el lapso temporal que comprende. Sin embargo, también contiene una acepción según la cual es una “golosina que se hace de harina, azúcar y huevo”. A mí me gusta combinar ambas, porque cuando duermo a mi pequeña, al quedarse totalmente relajada y recién dormida, suele suspirar profundamente; es lo que yo amalgamaría y definiría como aquella aspiración consistente seguida de una espiración lenta y relajada, a la que sigue un gemidito que denota gustirrinín, y que en paladar sabe mucho mejor que una deliciosa golosina hecha de harina, azúcar y huevo. Ni sé cuánto dura ni me importa, porque el suspiro dura lo que tiene que durar, lo importante es vivirlo con intensidad.

Hay momentos en la vida que existen para ser vividos; podrían decirme que esto es una auténtica perogrullada, y lo es. Lo que no resulta tan evidente es que vivamos con conciencia, especialmente aquellos instantes que merecen ser vividos, aunque sea de verdad al menos una vez en la vida. Los ritmos de la vida tan moderna que nos empeñamos en seguir y que el sistema y los ritmos actuales tan voraces nos empujan a malvivir, en muchas ocasiones nos impiden disfrutar de ellos. Y yo digo que hay suspiros que uno no debiera perderse, y son precisamente aquellos que a uno lo hacen sentir más vivo y vital que nunca. El suspiro de una hija cuando duerme plácidamente es uno de los mejores ejemplos que se me ocurren.