jueves, 23 de febrero de 2012

Homenaje a...

Estas letras están teñidas de la noble intención de hacer un homenaje a esas mujeres rebosantes de valentía que, con más o menos experiencia pero con todo el amor y coraje del mundo sacan a sus hijos adelante. Vamos a personificar e individualizarlo en un nombre, por ejemplo...Pilar.

Llámenme flojo, afeminado...me da igual. Yo vengo de esa época en la que tener pelo en el pecho y en las piernas era signo de hombría, y se me creía poco hombre por no ser excesivamente peludo; pero también soy de la época en que vestir vello es de antiguo, y con el mismo vello que antes esa una “nenaza”, ahora soy un oso. Nada de eso, yo soy hombre como el que más, con mi corazoncito, mis sentimientos, mi sensibilidad, y hago con todo eso lo que me da la gana...si mi mujer me deja, claro.

Digo todo esto porque las cosas hay que llamarlas por su nombre; decían los jurisconsultos romanos que "las cosas son lo que son, con independencia del nombre que se use para denominarlas". Y ya metiéndome en harina, el hecho de que las mujeres estén preparadas para gestar y parir, es una circunstancia que las dignifica más si cabe. Yo soy de los que cree que existe envidia de la sana, y basándome en ello, envidio el sentimiento de sentir que uno lleva en las entrañas una vida nueva, fruto del amor y del deseo.

Díganme que parir es un trauma que les creeré, pero tampoco podemos olvidar la naturaleza y sus hormonas como la Oxitocina y unas cuantas más, que hacen que la mujer "olvide" el dolor del parto; la sabiduría popular lo expresa con claridad meridiana; y así el refranero popular, personificado en mi abuela Amparo "la Caballera", decía que parir "es un mal sin escarmiento".

Difícil sentir siendo hombre los dolores y placeres de lo que supone dar a luz; y todas las sensaciones que vienen con ella. Pero no es menos noble acompañar a una madre (más si lo es de tu propio hijo) en todas y cada una de las experiencias concomitantes a todo ello, y participar del modo más activo posible desde que ni tan siquiera hay feto (tipo lenteja o garbanzo), con la mayor intensidad posible. Considero que esto también dignifica al hombre; y me paso por "la banda del forro" la elección política de lo que significa "Igualdad" en términos legales, la ley orgánica que la regula y toda la regulación que la desarrolla, al menos en cuanto a este escrito implica. Porque la igualdad no es Igualdad en sentido estricto (por naturaleza podríamos decir que es prácticamente imposible), sino que es equidad, equiparación, etc. La "Aequitas" del Imperio Romano ya establecía que la misma consistía en un criterio que dotaba de sentido a determinadas decisiones carentes aparentemente de fundamento; dejo apuntado a título de mero ejemplo, que salvo excepciones, sería absurdo exigir el mismo tiempo para clasificarse en una final olímpica de 100 metros lisos a hombres y mujeres, lo cual no implica que las mujeres sean el "sexo débil", sino que la naturaleza por regla general las ha dotado de una rapidez menor por menor musculatura; sin embargo, y en sentido inverso, exigir la misma capacidad intelectual para determinadas pruebas intelectivas a hombres y a mujeres coloca a los varones en inferioridad. Todo ello lo digo sin el menor atisbo ni de machismo ni de feminismo, pues quien me conoce bien sabe que tanto en mi esfera personal como en la profesional, hago de la equidad y de la justicia inmaterial mi vara de medir, junto con la justicia distributiva.

Esta epístola se dirige especialmente a una madre, para mí la mejor madre y sin duda alguna una persona digna de admirar y con quien convivir implica recibir a diario una cátedra más propia de las mejores facultades que del mero vivir conjunta y cotidianamente. He visto corredores mediocres hacer sus mejores marcas corriendo al lado de otros atletas mejores que ellos, y eso es precisamente lo que me sucede a mí. El refranero sigue siendo sabio al decir que "el que va con un cojo, al año cojo y medio" (del valenciano: "qui va amb un coix, a l'any coix i mig").

Pilar, ver tu capacidad de adaptación, sobreponerte a los dolores, al cansancio, a todos los obstáculos que se te van interponiendo en el camino, pero sobre todo ver tu sonrisa al sortear todos y cada una de las trabas a que te enfrentas, es básicamente lo que hace que si me tropiezo, me levante antes de haberme caído (aunque sea por dignidad). Sigo siendo el mismo "tapatroles" de siempre, sólo que tengo al mejor profesor al lado y que en este caso ese refranero tan listillo yerra cuando dice que "quod naturam non dat, Salamancam non praestat ("Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta"). Así que con un buen ejemplo a seguir, hasta el más torpe como yo puede hacer sus progresos con bastante decencia.

Escribo estas letras teniendo al lado al ser que hemos deseado, creado, querido, esperado y recibido con tanta illusión y alegría, que el moratón se me ha tornado verde (creo que se me ha hecho ya callo) en el antebrazo de tanto pellizcarme para cerciorarme de que esto está pasando de verdad. Me siento tan afortunado que me imbuye un sentimiento de gratitud que hace que sea mucho más comprensivo con todo aquello que me rodea.

Dicen que la paternidad te cambia la vida. A mí me la puso patas arriba a las primeras de cambio, y si bien los cambios nos producen temor e incertidumbre, en mi caso la experiencia me ha demostrado que los cambios siempre son para bien...o para mejor todavía. Qué listo era Darwin cuando formuló su Teoría de la Evolución de las Especies, de la que encontramos una versión más actual en un reciente anuncio de una bebida gasificada cuyo lema era algo así como "O te mueves, o caducas". Cuántas veces nos hemos dejado caducar por no movernos lo más mínimo, y cuánta energía hemos dedicado en balde a no movernos por miedo a lo bueno. Pues nada de eso, en el cambio de Era que nos hallamos viviendo es precisamente el movimiento lo que nos va a desatascar, y cuanto antes empecemos antes evolucionaremos y nos adaptaremos, y con ello haremos que todo cambie con nosotros.

Pilar, expreso mi gratitud a diario por todo lo bueno que me das cada instante y por cada momento que disfruto de tu compañía, y más viendo todo el tesón, dedicación y energía que dedicas para que la pequeña Emília sea una buena persona; estoy convencido de que vamos por el buen camino. En este sentido, me gusta recordar una cita del popular cantautor Lluís Llach, procesado en su día e incluso detenido en una ocasión a mitad de un recital por ser uno de los cabecillas y protagonistas de la "canción protesta", cuando decía que el mundo habrá cambiado cuando al preguntarle a un niño qué quiere ser de mayor, responda con franqueza y sin titubeos:"de mayor quiero ser buena persona". Como esposa no habría podido estar al lado de nadie mejor que tú; como madre, nos estás enseñando a la peque y a mí, segundo a segundo con tu ejemplo, el mejor modo de hacer las cosas; ¿qué más se puede pedir...?

2 comentarios:

  1. Moltes gràcies Lucía per llegir-me.
    Venint d'una escriptora tan galardonada i reconeguda, és molt.
    Un bessot!

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